Tres cuartas partes de nuestro planeta están cubiertas de agua. Pero el agua dulce utilizable es sólo el 0,7% del total, y es necesaria para abastecer a todos los habitantes de la Tierra.
Como la gestión y distribución del agua tiene un coste, para los economistas se trata más de una mercancía que un derecho.
¿Y desde el punto de vista político?
¿Es mejor privatizar o no?
Toda forma de gestión tiene sus límites.
Pero quienes abogan por la gestión privada del servicio del agua, o incluso por la privatización de las fuentes, parecen hacerlo sólo para sanear temporalmente las finanzas del Estado o para reducir la deuda pública, y no para garantizar el acceso a ella de todos
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