¿Qué es el camino sinodal?
LA VISIÓN DEL PAPA FRANCISCO
La Iglesia de Dios ha sido convocada en Sínodo. El camino, titulado «Por una Iglesia sinodal: Comunión, participación y misión», se abrirá solemnemente los días 9 y 10 de octubre de 2021, en Roma, y el 17 de octubre siguiente en cada Iglesia particular. El 7 de marzo de 2020 se anunció que Francisco quería celebrar la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos en octubre de 2022, sobre el tema «Por una Iglesia sinodal: Comunión, participación y misión».
A finales de mayo, el Card. Mario Grech había anunciado que la Asamblea se postergaría un año, hasta 2023, en parte por razones sanitarias, pero sobre todo para favorecer una modalidad diferente e inédita. La Asamblea se celebrará en tres fases, entre octubre de 2021 y octubre de 2023: la primera será diocesana, la segunda continental y la tercera universal.
Esta metodología, que prevé la redacción de dos Instrumentum laboris diferentes, pretende involucrar a todo el pueblo de Dios en este proceso sinodal, cuyas claves son la participación, la escucha y el discernimiento.
«La historia que hemos de contemplar»
Recordemos las primeras palabras del pontificado del papa Francisco, pronunciadas desde el balcón de la plaza anochecida de san Pedro, tras su elección el 13 de marzo de 2013: «Y ahora, comenzamos este camino: obispo y pueblo. Este camino de la Iglesia de Roma, que es la que preside en la caridad todas las Iglesias. Un camino de fraternidad, de amor, de confianza entre nosotros»[1]. Hasta tres veces emplea la palabra «camino».
Como recuerda la Comisión Teológica Internacional, «camino» forma parte de la raíz de la palabra griega synodos, σύνoδoς, que, «compuesta por la preposición σύν, y el sustantivo ὁδός, indica el camino que recorren juntos los miembros del Pueblo de Dios»[2].
En el entrecruzamiento de esta doble consideración resulta que «camino sinodal» significa discernimiento y búsqueda de la voluntad de Dios, no solo a título personal sino como comunidad cristiana, conforme a la bella sugerencia de S. Juan Crisóstomo: «la Iglesia tiene nombre de sínodo».
Hemos querido evocar aquellos momentos y palabras iniciales del pontificado de Francisco para subrayar que la sinodalidad es la palabra clave de su comprensión del ministerio del Obispo de Roma y es, al mismo tiempo, el fundamento de su planteamiento eclesiológico que está presidido por esta convicción: «El camino de la sinodalidad es el que camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio»[3].
Como escribe Eloy Bueno, «la sinodalidad es una categoría que ya había adquirido carta de ciudadanía en el ámbito eclesial, pero dentro de una innegable ambigüedad conceptual y terminológica, dentro de la cual Francisco introduce criterios de discernimiento y marca el camino a seguir»[4].
Por otro lado, este énfasis en la sinodalidad, asociado a la idea de una reforma de la «Iglesia en salida» misionera, han introducido una dinámica de innovación en la Iglesia que ha hecho hablar de una nueva fase de recepción del Vaticano II[5].
En estas páginas, como indica el título escogido, queremos recorrer «el camino sinodal de Francisco», presentando los distintos aspectos de su manera de entender la sinodalidad, a partir de sus discursos, de sus documentos y de los momentos cruciales en el despliegue de su pontificado[6].
El camino de la sinodalidad del papa Bergoglio, «la historia que hemos de contemplar» —para decirlo en términos ignacianos—, queda enmarcado entre estos dos hitos: en el punto de partida, su documento programático, la exhortación apostólica Evangelii gaudium (EG) (24 de noviembre de 2013), y, en el otro extremo, la celebración del Sínodo de la Amazonia (2019).
Para octubre 2023 está anunciada la celebración de la próxima Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, y estará dedicada a la sinodalidad.
Para desandar este camino voy a proceder en varios momentos. En primer término, es preciso remontarse hasta los antecedentes, esto es, el redescubrimiento de la colegialidad y de la sinodalidad en el despliegue interno del concilio Vaticano II.
En segundo lugar, hay que prestar atención a la exhortación apostólica Evangelii gaudium a la luz del interrogante: ¿cómo está presente la sinodalidad en este documento? En tercer lugar, hay que atender a la praxis sinodal propiciada por el Papa, llamando la atención sobre este hecho: entre la asamblea extraordinaria del sínodo de los obispos de 2014 y la asamblea ordinaria de 2015, que estuvieron dedicadas al matrimonio y la familia, se sitúa el discurso pronunciado por Francisco el 17 de octubre de 2015 para conmemorar el cincuenta aniversario de Apostolica sollicitudo, el motu proprio con el que san Pablo VI dispuso la creación del Sínodo de los Obispos. Una última aportación de Francisco a esta problemática ha venido dada con la constitución apostólica Episcopalis communio, del 15 de septiembre de 2018, que propone una renovación del funcionamiento del Sínodo de los Obispos al servicio de la reforma de la Iglesia.
El Vaticano II y la institución del Sínodo de los Obispos
Como recuerda el documento de la Comisión Teológica Internacional, el concepto de sinodalidad no se encuentra explícitamente en la enseñanza del Concilio Vaticano II, si bien está en el corazón de su obra de renovación (n. 6).
En los textos conciliares la palabra synodus se refiere al concilio que se está celebrando, de modo que el concilio ecuménico aparece como la expresión más alta de la sinodalidad.
En este sentido, el Vaticano II, desde su condición de acontecimiento y de nuevo comienzo, ha reabierto el capítulo de la conciliaridad o sinodalidad esencial de la Iglesia, y, recordando la constitución de sínodos, concilios provinciales, concilios plenarios desde los primeros siglos de la Iglesia, animaba a promover y fomentar este tipo de instituciones (cfr Christus Dominus, n. 36).
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