Invertir en una economía verde no significa necesariamente «cuidar» el planeta, así como tampoco es cierto que un empresario no deba pensar en el beneficio.

Cuando el Papa Francisco habla de la «vocación» de un empresario, se refiere a una motivación que va más allá del interés propio.

Pensemos en un buen profesor o en una enfermera que se preocupa por la calidad de su trabajo. Personas así se ganan nuestra admiración.

Y también nos gustaría que lo hicieran los empresarios, los de verdad, aquellos que, a diferencia de los explotadores, ocupados en ganar rápidamente la mayor cantidad de dinero posible, saben asumir su responsabilidad de líderes, forjadores de un mundo que quieren conservar y legar a sus hijos y a los hijos de sus trabajadores.

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